lunes, 13 de diciembre de 2010

San Nicasio, obispo y mártir


En Leganés, con la llegada de octubre llegan las fiestas de San Nicasio que celebramos con regocijo y alborozo en honor de nuestro santo patrón, pero a buen seguro que muchos también lo celebramos con desconocimiento de quién era este buen hombre. Pues a pesar de tratarse del santo patrón de Leganés desde tiempos inmemoriales es muy poco conocido en general; y aunque cuenta con una Hermandad desde hace más de quinientos años y es venerado por muchos lugareños tiene un escaso arraigo popular, como demuestra que en España existan apenas 3.300 personas que porten ese nombre. Y todo ello, empero de tratarse de un santo muy milagrero, pues según un documento del archivo de la iglesia de Regnes nada más y nada menos que “cura la desintería, calenturas, romatismos, miembros rotos, da abla a mudos, postemas, fluxo de sangre, sangre lluvia y resucita muertos (el subrayado es mío).

Para empezar hay dos San Nicasio con vidas muy similares, los dos son venerados en Francia, los dos fueron obispos, uno, de Rouen (el de Leganés) y otro de Reims, ciudades, además, muy cercanas entre sí, los dos murieron decapitados, los dos hicieron “cosas inverosímiles” después de perder la cabeza, los dos fueron martirizados conjuntamente con fieles seguidores,... En definitiva, muchas coincidencias que hacen pensar en un mismo mito caído en desuso y revitalizado más tarde por la imaginería cristiana. Incluso san Dionisio (Saint Denis, patrón de París) tuvo una vida y muerte muy parecida a estos “San Nicasio”. Las grandes diferencias entre el San Nicasio de Rouen y el de Reims radican en el origen: el de Rouen era griego, ateniense para más señas, y el otro era galo; la época: el “nuestro” anduvo en este terrenal mundo por el siglo I, y el segundo en el V; y en sus verdugos: así, al primero lo mataron los romanos y al segundo los vándalos o los hunos (en esto, como en el año, hay discrepancia). Pero la diferencia más clara es que el San Nicasio de Rouen se celebra el 11 de octubre y el de Reims el 14 de diciembre.

Nicasio es un nombre griego derivado del nombre de la diosa helena de la victoria: Niké (Νίκη). Y su significado es “El Victorioso”, “El Triunfante”. Comparte etimología con Nicanores, Nicetos, Nicandros, Nicomedes y Nicolases y significado con Victores y Vicentes. Según algunos autores San Nicasio era discípulo de Dionisio de Areopagita convertido al cristianismo por San Pablo y que para muchos erróneamente era el mismo San Dionisio obispo de París y que antes lo fue de Atenas y que murió decapitado en Montmartre junto con sus discípulos San Rústico y San Eleuterio, lo que no parece que sea lo más acertado.

Todo indica que Nicasio era un seguidor de los areopagitas atenienses pero que no conoció a San Pablo y que viajara a Roma a finales del siglo I y desde allí el papa San Clemente le enviara a predicar la buena nueva a la Galia como obispo de Rouan, entonces unas de las ciudades más prósperas de esa provincia romana. La tradición católica le hace peregrinar por gran parte de Francia en dirección a Rouan, adonde, por cierto, nunca llegará. En el camino es incontable el número de conversos que va haciendo a su paso y de los grandes milagros que obra. Entre estos destaca la victoria sobre un dragón (como haría después, en el siglo IV, San Jorge; que también murió decapitado, por cierto) que tenía aterrorizados y subyugados a los habitantes de la región de Pontoise, al norte de la actual París, o la expulsión de una caterva de demonios que moraban en una caverna en esa misma zona normanda.

El caso fue que las andanzas de Nicasio y de sus fieles discípulos Escubículo y Quirino, dieron que hablar y el gobernador romano de Lutecia los mandó apresar. Después de negarse los santos varones a venerar a Marte fueron martirizados hasta que finalmente se ordenó su muerte por decapitación en la ciudad de Écos. Lo más curiosos de la historia y lo verdaderamente inusual se produjo tras este suceso, pues cuenta la tradición católica que Nicasio una vez que perdió la cabeza se agachó, la cogió con sus propias manos y se lanzó a la carrera como si fuera el zaguero de la selección francesa de rugby. Atravesó sembrados, ascendió colinas y cruzó ríos, hasta que llegó a Gasny situada a una decena de kilómetros, donde, no sabemos si como fruto de la pérdida de la cabeza, por puro agotamiento o porque creyó llegar a la línea de ensayo, cayó al suelo y exhausto depositó su cabeza en el lugar donde después se alzaría un templo en su honor y memoria.


Evidentemente existe otra versión más racional pero menos lírica. Con toda seguridad los restos de los santos decapitados fueron arrojados como alimentos de fieras y alimañas para mayor escarnio y advertencia para los que negaran la religión oficial de Roma. Parece ser que algunos cristianos capitaneados por una joven llamada Pience y por un sacerdote pagano convertido al cristianismo llamado Clair de Beauvais, robaron los despojos y los enterraron en lugar seguro, donde con el paso del tiempo se construyó un templo y el priorato benedictino de San Nicasio que alcanzó un gran apogeo económico fruto de la tradición que nos dice que San Nicasio siguió obrando milagros después de su muerte. Así, en siglo XI aparecieron los que algunos decían que eran restos del santo, para comprobar su santidad se decidió quemarlos, y milagrosamente no sólo no ardieron las reliquias,... ni tan siquiera se chamuscó el paño que las envolvía. En el siglo siguiente el santo se las ingenió para poner en evidencia al noble del lugar que había suspendido el derecho que la iglesia de San Nicasio en Gasny tenía en el mercado local y además no había cumplido varias promesas con la parroquia, y, así, impidió que sus restos se sacasen en rogativa a pesar de utilizar para ello las fuerza de veinte hombre y otras tantas bestias, hasta que el conde del lugar pidió perdón y subsanó sus tropelías con la iglesia del santo.

A partir de aquí fue un no parar: curó de calenturas cuartanas (paludismo) a un joven belga; a otra mujer la curo de una hemiplejía con tan sólo el roce de las reliquias; un anciano ciego recuperó la vista; a otro joven le sanó los huesos rotos de brazos y piernas; llegó incluso a curar a un niño que había nacido ciego, sordo y mudo. Pero el milagro más sonado fue el que realizó con una joven llamada Elena que cayó muerta de repente en la iglesia, allí quedó su cuerpo para recibir sepultura y el párroco dirigió una oración pidiendo auxilio a los santos mártires; cuando volvieron a enterrar el cuerpo de la joven asombrados descubrieron que estaba vivita y coleando y dando gracias a San Nicasio que se le había aparecido y “después de mostrado el lugar lleno de delicias, le mandó que se bolbiesse a la casa de sus padres”. De todas formas el santo no estaba para bromas, pues se cuenta el caso de que después de curar a una niña de una inflamación en los pies que le impedía andar, sus padres no cumplieron con la ofrenda anual que le prometieron al santo y este no se cortó y la inflamación volvió a los pies de la niña en el doble de su tamaño, tras el arrepentimiento de los padres el santo repitió el milagro; parece que ya nunca se les olvidó el voto.

Se trata de un caso evidente de propaganda milagrera que busca que los fieles depositen sus esperanzas y sus ofrendas en el santo local y contribuyan así al engrandecimiento de la parroquia. No les debió de ir mal a los benedictinos si la fama de este santo llegó a Leganés, entonces una pequeña aldea castellana de labriegos y hortelanos que pusieron su fe en este santo con la confianza de que les protegería de las fiebres e infecciones tan frecuentes en un lugar tan legamoso. No sabemos a ciencia cierta el momento de la advocación a este santo si bien la primera referencia documental aparece en las Relaciones de Lorenzana, en 1580, donde se dice que el lugar “tiene voto de guardar el día de señor San Nicasio que votaron los antiguos de él por la pestilencia que un tiempo dicen haber habido”, lo que si está confirmado que desde inicios del siglo XVII existe una Cofradía en el lugar encargada de mantener el voto al santo.

La imagen del santo que se pasea en procesión por Leganés tiene poco que ver con la iconografía tradicional que nos presenta a este santo decapitado y sujetando su propia cabeza, representación que se repite con varios santos lo que seguramente ha llevado a algunos a confundir al Sant Denis representado en al catedral de París con nuestro San Nicasio. De todas formas, el santo, de alguna manera se sale con la suya, al esconder la cabeza cuando pasa por debajo de la vía, en el “puente de Simago”, en su anual paseo por las calles de Leganés.

Pero en esto de estatuas,... ¿Qué decir Sobre la que realizó Miguel Zapata en honor de San Nicasio y que está situada en la cercanía de la iglesia? Está más cerca de la imagen de un fiero guerrero de la antigüedad que de un benévolo obispo; la capa magna parece una pesada adarga, el báculo obispal una amenazadora pica, y la mitra... ¿es o no es clavadita a un casco de guerra griego? Yo la llamo “Nicasiator”.



Artículo publicado en la Revista Cultural EL ZOCO, nº 11, Ver revista

© Francisco Arroyo Martín. 2010

Para citar este artículo desde el blog:

ARROYO MARTÍN, Francisco. San Nicasio, obispo y mártir. (http://elartedelahistoria.wordpress.com/2010/12/05/san-nicasio-obispo-y-martir//). 2010

¡A las barricadas! La CNT cumple cien años.


El pasado 29 de noviembre se cumplieron 100 años de la constitución de la Confederación Nacional del Trabajo en el palacio de Bellas Artes de Barcelona. Lo primero que llama la atención es el nulo eco que esta efemérides ha tenido o está teniendo en los medios de comunicación social, si bien hay que decirlo, que en consonancia con la escasa incidencia que el histórico sindicato anarquista tiene en la actualidad en la sociedad española. Pero aún reconociendo esta escasa presencia el panorama político y sindical no deja de ser significativo el olvido sino a su trascendencia actual a su valor histórico dentro de la Historia del Movimiento Obrero en particular y de la Historia de España en general. La CNT llegó a ser, junto con la UGT, la mayor fuerza sindical de la España de las primeras décadas del siglo XX. Tanto, que es imposible comprender ese periodo histórico sin conocer cual fue el papel que la CNT jugo en cada momento.
El sindicato es heredero directo de los sindicatos anarquistas “Solidaridad Obrera” que decidieron en el congreso de Barcelona de 1910 conformar una nueva fuerza sindical de ideología anarcosindicalista y de carácter nacional que se convirtiera en alternativa al sindicalismo socialista de la UGT. Pero hay que decir que la presencia del anarquismo como corriente y pensamiento político estuvo presente en España desde 1869 tras la formación de la sección española de la Primera Internacional en Barcelona y al año siguiente en Madrid. Después los dispersos grupos anarquistas se organizaron bajo distintas formaciones: Federación de Trabajadores de la Región Española, Federación Regional de Resistencia de la Región Española, y ya en el siglo XX en la más conocida Pacto de la Unión y Solidaridad Obrera, dando lugar a los sindicatos “Solidaridad Obrera” que se agruparon en la Confederación Regional de Solidaridad Obrera.
El empuje intelectual de la nueva formación se debe en gran parte a los redactores del periódico “Solidaridad Obrera” (La soli) José Prat y Ricardo Mella y se basaba en los principios clásicos del sindicalismo revolucionario. Así en una de las resoluciones del congreso fundacional se establece que uno de los objetivos de la nueva organización es: “apresurar la emancipación económica de la clase trabajadora a través de la expropiación revolucionaria de la burguesía”.


Tras varios altibajos y periodos de ilegalización, el sindicato anarquista alcanzó su mayor esplendor en la guerra civil, pero ya en 1923 sus dirigentes afirmaban contar con más de 700.000 afiliados en toda España tras su exitosa participación en la huelga general de 1917 convocada conjuntamente con la UGT. La CNT supo mantener una gran independencia respecto de los partidos políticos hasta el final de la guerra civil, en contra de lo que había pasado son otros sindicatos revolucionarios occidentales (la CGT francesa, la CGL italiana o la IWW estadounidense,...), que cayeron pronto bajo la influencia de los Partidos Comunistas o Socialistas. Independencia que aún hoy mantiene y que es uno de sus mayores logros pero a la vez una de las razones de su actual posición marginal dentro del movimiento obrero español.
La feroz represión franquista dejó absolutamente esquilmada a la organización anarcosindicalista y con la llegada de la democracia no supo o no pudo, víctima de sus propios planteamientos revolucionarios, aceptar la reforma política como mecanismo válido para sus fines, quedándose fuera del pacto democrático de la transición. La ciudadanía y el movimiento obrero de entonces rechazaron decididamente la ruptura, pues la incertidumbre de esta opción les llevaron posiciones posibilistas en contra de las revolucionarias.


Además, una nueva fuerza sindical había nacido de una forma arrolladora dentro del país en los años de la dictadura: las Comisiones Obreras. Esta nueva organización sindical sí supo y pudo conjugar los anhelos revolucionarios con las posibilidades reales de cambio y se convirtió así en al fuerza hegemónica del movimiento obrero en los últimos años del franquismo, papel que tuvo que compartir con la UGT una vez que el sindicato socialista pudo reorganizarse.
La CNT quedó relegada a un segundo plano y se convirtió en la voz de los grupos más radicales que la llevaron a posiciones cada vez más minoritarias y marginales. En estos momentos desarrolla su labor en dos campos fundamentales, por un lado las luchas sindicales, de las cuales hay muestra de su actividad en el conflicto que mantiene con la Mercadona o en el importante papel que jugó en la última huelga del metro de Madrid; y, también, dando cobijo a los movimientos antiglobalización y antisistema, en muchos casos en sus facetas más radicales y violentas, y que son de difícil comprensión de por sí y aun más por una sociedad tan mediatizada como la nuestra.
Como decía al inicio, por la importancia de esta organización en nuestra historia reciente, es difícil entender el olvido institucional y sobre todo mediático a su centenario, tan sólo puede entenderse por lo incómoda que es la CNT para el poder establecido, tanto por su historia como por su situación actual, y por el propio radicalismo del que hace gala el sindicato anarquista que le aleja mucho del sentir actual del movimiento obrero.
Cuando estaba escribiendo este post llegó la noticia de la muerte de Marcelino Camacho, fundador de CC.OO. y figura imprescindible para entender el sindicalismo y el movimiento obrero español en la actualidad, quien destacó por su entrega y compromiso a lo largo de toda su vida. Sirva este post como humilde homenaje a su persona y a su ejemplo.

Video con el himno del sindicato. ¡A las barricadas!



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© Francisco Arroyo Martín. 2010

Para citar este artículo desde el blog:

ARROYO MARTÍN, FRANCISCO. ¡A las barricadas! La CNT cumple cien años. http://elartedelahistoria.wordpress.com. 2010