martes, 8 de abril de 2008

Ataques caníbales por bandoleros en 1617 en Sierra Morena

Ataques caníbales por bandoleros en 1617 en Sierra Morena
Por Francisco Arroyo

Seguro que todos tenemos la imagen, un tanto infantil, del misionero blanquito metido dentro de una gran marmita que, conjuntamente a una gran variedad de verduras, se cuece para ser devorado por negritos impacientes tocados con huesos en la cabeza o en las narices. Siempre esta imagen nos traslada a lugares lejanos y un tanto exóticos,… Pero que pensaríais si os dijera que en el siglo XVII, en Sierra Morena se produjo un acto de canibalismo que acabó con los antropófagos en la hoguera. Era la Sierra Morena un lugar plagadito de bandidos y salteadores, costumbre que se siguió hasta bien entrado el siglo XIX, que amparándose en las oquedades de las peñas y en las frondosidades de las arboledas cometían un sinfín de asaltos y atropellos a los desafortunados viajeros que con ellos se topaban. En muchos casos los asaltos acababan en asesinatos, pero lo más frecuente era que los bandoleros les robaran todos los objetos de valor y en la caso de ser personas principales pidieran algún tipo de rescate, aunque esto no era muy habitual por el riesgo que se corría en el momento de cobrarlo. Contra esta plaga los cuadrilleros de la Santa Hermandad, los guindillas, pululaban por estos riscos para garantizar en lo posible el libre tránsito de las personas; la verdad es que con poco éxito. Esta situación se reflejada bastante fielmente en los capítulos que don Quijote se adentra en estas montañas.

Pues bien, en 1617 tuvo lugar un caso que espantó y sobrecogió a toda la sociedad castellana. Un fraile franciscano que había partido de Sevilla con dirección Madrid, fue retenido en su camino por una banda de salteadores de raza gitana. Hacía el camino a pie y se había parado a beber un poco de agua cuando le acosaron, y a pesar de que intentó huir, apenas unos metros pudo alejarse antes de ser preso. Le pidieron el dinero, que al parecer no tenía, le pidieron joyas que tampoco tenía, le pidieron ropas y sólo el sayal franciscano llevaba; en definitiva nada pudo saciar las pretensiones de aquellos bandidos, a pesar de que el fraile rogó e imploró con suaves, divinas y acertadas razones. Con una crueldad tremenda y sin atender a sus lamentos le desnudan y le matan. En romance, un autor anónimo contaba de esta forma lo que siguió:

Desnudan al frayle pobre

y, sacándole las tripas,

hazen pedaços su cuerpo

como fieros trogloditas.

Y entre los fieros gitanos,

dos dellos se determinan

a comer su cuerpo asado

¡Qué lastimosa comida!

Cortan leña, encienden lumbre

y espetan carne apriesa;

en asadores de palo

asan con grande alegría.

Antojose a una gitana

comer del frayle cozida

la cabeça, y al momento

la ponen a coçer limpia.

Se preparó una gran batida para limpiar los jarales, montes y ventas, pero la mayoría de los forajidos escaparon a las manos de la justicia. De los pocos que fueron apresados, se encontraban algunos de los integrantes de la partida caníbal. Como una práctica procesal más, fueron sometidos al tormento como método de prueba; en el potro fueron muchos los desmanes que confesaron, y entre ellos:

Confesaron lo del frayle

del modo que atrás se cuenta,

que dio lástima a las almas

y sentimiento a las piedras.

De este crimen tan salvaje se dio noticia a la Corte de Felipe III, que quiso en estas personas dar un gran escarmiento público y se ordeno su traslado a Madrid para que se viera su causa por el Consejo de Castilla, que era el tribunal más importante del reino. El juicio duró apenas cinco horas:

Y viendo aquellos señores

tal maldad, tal insolencia

y que a comer carne humana

con tal livertad se atrevían.

De su rigor espantados,

por justíssima sentencia

a quemarles condenaron

porque escarmienten y teman.

Ajusticiados en la hoguera acabaron sus días aquellos crueles criminales el 11 de noviembre de 1617, en auto público efectuado en la plaza Mayor de Madrid; a buen seguro que el hecho de ser gitanos nos le ayudo mucho

A pesar de que en estos días ya estamos curado de todo espanto gracias al cine en general y a la saga de “El silencio de los corderos” en particular, no deja de sorprender que una sociedad como la barroca capaz de generar artistas y pensadores de la talla de Rubens, Velázquez, Cervantes, Quevedo, Descartes,…pudiera convivir con semejantes episodio de violencia: horrendos asesinatos, torturas, racismo, crueles penas de muerte. De todas formas cuando estaba escribiendo esto pensaba en la estación de Atocha, en la base americana de Guantánamo, en la plaza de Tiananmen; la verdad es que no hemos avanzado mucho en 300 años.

La relación de este episodio está publicada en: ANÓNIMO. Relación verdadera de las crueldades y robos grandes que hazían en Sierra Morena…Barcelona. Estevan libreros. 1618. Editada modernamente por: SIMÓN DÍAZ, José. Relaciones de actos públicos celebrados en Madrid (1541-1650). Madrid, Instituto de Estudios Madrileños. 1982.

[Sobre canibalismo en la España del siglo XVII hay otro episodio interesante en 1641, en el sitio de Tarragona, cuando las tropas fieles a Felipe IV fueron sitiadas en esa ciudad por el ejército franco-catalán en la guerra de secesión catalana de 1640. Pero lo contaremos otro día]

© Francisco Arroyo Martín. 2008

Publicado en el blog El rincón de Pumuki en agosto del 2007